Pues sí, hemos resistido la primera, y ya hemos consumido la segunda - sí consumir, junto con los bonbones que nos ha traído Mª Rosa-, muy dulce la sesión.
Hacemos estas pequeñas puntualizaciones, porque desde la primera reunión a la segunda hemos aumentado el número de miembros/as, ¿ Será por los canapés? Noooooooooooo, Es que en realidad estamos tan dispuestas a hacer algo por la lectura desde nuestra trinchera, que todo vale para captar a más personas y así elevar el pulso literario de nuestro pueblo/a ¿ Se dirá así?.
Bromas aparte ha sido muy interesante. Hemos leído un poema de "Violeta C. Rangel" (Carlos Moya) y a partir de ahí hemos creado una historia.
Pero el motivo por el que publicamos esta entrada, es la historia que ha relatado una de las integrantes del club que a continuación relatamos y ante la que quedamos estupefactas
En una fiesta que se celebraba entre personas de elevado poder adquisitivo -proporcionado por turbios negocios-, se encuentran las esposas de dos jefes, una de ellas lleva un bolso valorado en un millón de pesetas aproximadamente. La otra le comenta;
- Que curioso, tienes un bolso muy parecido al mío.
La propietaria del el objeto en cuestión, y después de varias copas - entre risas- le responde,
Pues lo que es realmente curioso es lo que me pasó con él:
Las pasadas Navidades mi marido me sorprendió con este regalo envuelto en una funda de seda y un paquete que ya valía la pena por su aspecto.
Durante casi un año lo he utilizado en no contadas ocasiones. La semana pasada estuve en la consulta de un doctor. Cuando éste me entregó su tarjeta de visita y como no quería perderla recordé que tenía un pequeño bolsillo interior. Descorrí la cremallera, y vi lo que parecía una tarjeta , tiré de ella y encontré la copia de un testamento.
Buena la historia ¿ no?; pues es real, como la vida misma. Intentaremos trabajar con ella. Jugosa, mucho.
Saludos desde "El sembrador de palabras"